Los pies aguantan nuestro peso durante toda la vida, nos ayudan a movernos, sin embargo, no les damos suficiente importancia y la atención que merecen. Muchas veces la estética y moda importan más que la utilización de zapatos cómodos y adecuados.
Podemos imaginar las consecuencias que esto puede traer ya siendo mayores, como pies rígidos y muscularmente débiles, durezas y juanetes, dedos en garras, entre muchas otras patologías.
Con todos estos trastornos, el resultado es que la persona mayor empiece a caminar con dificultad y con poca estabilidad, comience a perder el equilibrio y aumente el riesgo de caídas.